domingo, 27 de julio de 2014

Una ayuda… una sonrisa… una experiencia…

Escrito por: Sara Gavidia

Todo comenzó el lunes 14 de julio por la mañana cuando todos los alumnos y profesores que iban a Laraos llegaban al CBI para después partir hacia nuestro anhelado destino.
San Pedro de Laraos es un pequeño pueblo, ubicado en la provincia de Huarochirí; tiene una altitud de 3600 m.s.n.m y hay aprox. 100 familias comuneras.
Me gustaría redactar el transcurso de los 5 días en este maravilloso lugar, pero sería algo demasiado extenso por la cantidad de experiencias que tuve con los niños larahuinos y mis compañeros,  quienes formamos equipos para lograr cumplir determinados trabajos que serían para beneficio de nuestros niños.


 
Quiero contar mi experiencia en el primer día de clases de máscara, donde conocería a la mayoría de pequeños, quienes tuvieron siempre una sonrisa en su carita  y estuvieron dispuestos a trabajar las máscaras con entusiasmo. Eran las 3 de la tarde del martes, cuando todos nosotros habíamos llegado al colegio de Laraos junto con varios niños, quienes nos encontramos en el camino y se mostraron emocionados por dicho taller. Cuando llegamos al colegio nos dividimos en los 3 grupos ya establecidos y tratamos de colocar una misma cantidad de alumnos en cada salón. Yo era el grupo 3 y fué Jason con quien empecé a hacer el primer globo en este taller; él es como todo niño muy juguetón y alegre, por esto Sophia (la delegada de este grupo), yo y él; mientras hacíamos el globo hablamos del fútbol y Jason (“rey”) nos decía, quienes eran sus equipos y jugadores favoritos. Algo que coincidió con esta conversación fue, el periódico que teníamos para pegar en el globo, ya que tenía imágenes de fútbol y “nuestro rey”, pegaba aquellos retazos que no tuvieran a sus jugadores favoritos. Luego de un rato llegó una niñita, llamada Sally, a quien también ayudé con mucho gusto en la elaboración de su máscara. Ella al principio fue un poco tímida, pero luego agarró confianza y terminamos teniendo una muy hermosa relación.
Como ahora ayudaba a Jason y Sally, mi trabajo se volvió un poquito más pesado, pero no dejo de ser divertido, puesto que ambos tenían su propia forma de ser, haciendo el momento inolvidable. “Mi rey” acabó primero de pegar los papeles, por esto empecé a ayudar a Sally, y Jason hizo lo mismo. Entre los 3 pegábamos los papeles, hasta que la goma se empezó a acabar, debido a esto teníamos que vaciar de los pocos tarros que quedaban, un poquito en un pedazo de periódico y de ahí agarrar para engomar otros trozos. Algo muy gracioso que me pasó, fue cuando quise vaciar un poco de goma en un retazo, pero al sacudir el frasco la tapa se abrió y un poco de goma me calló en el pelo, polo y pantalón, fue muy gracioso. Después de haberme limpiado seguí mejorando el globo de Jason, porque me di cuenta que faltaba un poquito de papel y mientras hacía esto, él se puso a peinarme, haciéndome un “nuevo look”; fue muy tierno de su parte porque lo realizaba con tanto cariño y concentración que me causaba mucha felicidad. Pegando los papelitos en el globo, se nos pasó una hora, así que ahora era tiempo de ir a jugar con todos los niños en el patio. El grupo en el que estaba y yo ordenamos todo el salón y salimos al patio con nuestros engreídos, con quienes después de esta pequeña hora de habernos conocidos, ya éramos muy buenos amigos.
Esta primera experiencia con Jason y Sally, fue para mí muy hermosa, ya que me di cuenta que dándole todo el cariño que un niño se merece, no solo lo hace feliz a él o ella, sino que uno mismo siente una satisfacción inmensa al saber que le ha podido sacar una sonrisa a unos niños tan sencillos e inocentes como los larahuinos.



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